jueves, 31 de julio de 2014

EL PECADO DE TANNHÄUSER




In memoriam de don Antonio Ruiz de Elvira

al que le hubiera gustado mucho leer esta bobadica veraniega.

 

         Soy wagneriano hasta la médula y considero su música como de las mejores que se han compuesto nunca. Sin embargo, tengo que decir algo que seguramente alguien ya ha dicho ya en algún lugar, pero que, por si acaso, lo escribo en esta entrada bloggera.  Cuando Tannhäuser va a ver al papa para confesar el pecado de su estancia en el Venusberg, la montaña de las diosa Venus, en donde se ha entregado al placer carnal, el papa le niega el perdón exactamente con estas palabras:

Aquél ante quien yo

imploraba a Dios, replicó:

"Si tan pecaminosa es

la naturaleza de tu deseo,

si te has refocilado y gozado

en el fuego del infierno,

si has habitado en el reino de Venus,

¡estás maldito, por siempre!

Así como del báculo que me sostiene

jamás brotará una hoja,

ni ningún atisbo de vida,

de la marca del fuego del infierno

jamás nacerá para ti, la salvación".

 

         Esto, con mis escasos conocimientos de teología, es imposible. No hay pecado que no se pueda perdonar y el papa no puede negar su absolución a nadie que esté arrepentido. Pero, ¿estaba arrepentido Tannhäuser? Al principio del celebérrimo racconto di Roma, cuando el trovador le cuanta a Wolfram su viaje a la ciudad santa, le dice que " por ella, deseaba expiar con humildad e implorar la gracia negada". Es decir, Tannhäuser va a Roma con un arrepentimiento incompleto pues no se arrepiente de su pecado por amor a Dios - que sí hubiera sido un arrepentimiento completo - sino por amor a Elisabeth. Pero esto no lo podía saber el papa cuando le niega la absolución y este "detalle" era un asunto de conciencia para el desgraciado vate que había recorrido Italia " con los ojos vendados para no gozar de sus bellezas". Sea como fuere, ningún pecado, si hay arrepentimiento, ya sea completo o incompleto, puede quedar sin perdón. Recuerdo a este respecto las sabias palabras de un amigo jesuita ya fallecido, el padre Jiménez - Berzal, que me dijo un día que el gran pecado de Judas no fue el haber entregado a Cristo, sino el pensar que no había perdón para ese pecado. Como sabemos, Tannhäuser muere perdonado por la intercesión de  Elisabeth y el báculo del papa florecido así lo declara:

¡El Señor ha obrado un milagro!

¡Ha adornado con verdes hojas

el báculo sacerdotal!

¡Así florece la redención para el

pecador que arde en el infierno!

¡Anunciad que él encontró

la salvación con este milagro!

¡Desde arriba reina Dios

sobre este valle de lágrimas!

¡Es inmensa su misericordia!

¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!

 

            Para, ya en el final de la ópera, henchidos de emoción, decirnos los jüngeren pilger, los jóvenes peregrinos que vuelven de Roma:

 

¡Dios ha concedido

la gracia al peregrino,

para entrar en el reino de los cielos!

 

            Es decir, que Dios le concede el perdón como al don Juan de Zorrilla y no como al don Giovanni de da Ponte y Mozart que va al infierno de cabeza. Pero esto es ya otra historia que tendrá su entrada. ¡Mein Gott, qué cosas se le ocurren a uno en el verano!

 

1 comentario:

  1. Parece que Wagner no tenía mucha idea de teología católica, en efecto. Ese papa más bien parece un obispo cátaro. Siempre los herejes fueron los más rigoristas.

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