martes, 23 de junio de 2015

BERTA VÍAS MAHOU




Pues veréis, resulta que mi pediatra familiar se llamaba don Juan José Vías Torres, don José para mi familia. En mi colegio, había un compañero que se llamaba y se llama Manolo Vías Alonso. Como el apellido Vías no es muy corriente, mis padres le preguntaron al médico si había relación entre ellos y don José les dijo que mi amigo Manolo era hijo de su tío Julio. En fin, sirva este preámbulo para tratar de Berta Vías Mahou, eximia traductora que conocí leyendo a mi querido Stefan Zweig y que, después, como suele ser habitual entre grandes traductores, se ha decantado como buena novelista. Lo último que he leído de ella ha sido Juventud sin Dios de Hansvardt y, como siempre, su traducción es magnífica (del libro de este autor austriaco hablaré en su momento). Saber que un libro está traducido por Berta es garantía, primero de que es un buen libro y, segundo, de que nos vamos a encontrar con una gran traducción al castellano. Algo muy parecido me ocurre con Jesús Zulaika, cuya traducción de Mientras agonizo de Faulkner me sigue pareciendo ejemplar. Un servidor que en sus ratos libres se ha dedicado a traducir de varios idiomas sabe de la labor callada e ingrata del traductor que parece que, por fin, está teniendo reconocimiento y el traductor, en letra pequeña, como es lógico, aparece en la portada del libro. Gracias, Berta, por tus traducciones y, si tienes tiempo entre traducción y novela, cuéntame algún día qué relación familiar tienes con aquel amigo de la infancia al que ya no volvía a ver, Manolo Vías.

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