lunes, 8 de junio de 2015

GOLIJOV O LAS OTRAS PASIONES.






Para celebrar el doscientos cincuenta aniversario de la muerte de Bach,  Helmuth Rilling y la Internationale Bachakademie de Stuttgart encargaron a cuatro compositores una Pasión sobre los cuatro evangelios. Los autores eran Tan Dun, músico chino que compuso para la ocasión Water Passion, basada en el Evangelio de San Mateo; Wolfgang Rihm que compuso Deus Passus;  Sofía Gubaidúlina con su Johannes- Passion y, finalmente, Osvaldo Golijov con su Pasión según San Marcos. En sucesivas entradas, os hablaré de cada una de las “Pasiones”, pero dejadme que, por el momento, os hable de la de Golijov, un músico argentino, hijo de rusos ortodoxos y devotos. Sinceramente, la Pasión de Golijov puede gustar o no gustar, pero no dejar indiferente. Cuando se estrenó en Stuuttgart, el 5 de septiembre de 2000, la obra fue ovacionada durante más de veinte minutos y, algunos meses más tarde, en Boston, el 8 de febrero de 2001, fue igualmente ovacionada, esta vez dirigida por Robert Spano. Sin embargo, vaya por delante algo fundamental: para comprender esta pasión tenemos que cambiar nuestra mentalidad de decadentes católicos europeos y ponernos en la mentalidad de apasionados creyentes hispanoamericanos porque, si no lo hacemos así, no vamos a entender la obra. Hay que partir de una liturgia vivida con pasión que llena las iglesias, las modestísimas iglesias que se elevan en los pueblos de aquellos países.  Me lo decía una amiga peruana hace unos años: “ustedes, con las iglesias tan hermosas que tienen, y siempre están medio vacías”. En  la  liturgia del otro lado del charco, Cristo es liberador, el salvador del oprimido y, como tal, es celebrado. Nosotros, opresores y liberados, no entendemos a ese Cristo. En la obra de Golijov, se alternan ritmos de toda la América hispana y rebosa pasión y entusiasmo. Es otra manera de ver la religión tan lícita como el pietismo de Bach o la profundidad de Arvo Pärt.  Seguro que a los tibios no les gusta, pero ya se sabe por el Apocalipsis que a los tibios los vomitará Dios.

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