miércoles, 13 de junio de 2018

JACOBO MUÑOZ VEIGA


En aquellos días en que yo era niño-Dios en Madrid, Jacobo Muñoz Veiga era mi profesor de filosofía. Desperdicié sus clases porque en los locos dieciocho años de primero de carrera todo estaba permitido incluso despreciar aquellas clases en las que Jacobo desplegaba no sólo todo su conocimiento filosófico, sino su conocimiento sobre  diversas materias que él dominaba como el que  juega a un hermoso juego palatino rodeado de abanicos y tules. Jacobo era un artista de la filosofía a la que llegó porque, en sus años de estudiantes,  le había parecido un baile de ideas. Nosotros no le hacíamos caso y hablábamos de las estupideces de las que se habla a los dieciocho años. Jacobo había traducido del alemán a Hörderlin y nos citaba al poeta en alemán para rechifla de aquellos mozos incultos y bárbaros que éramos. Jacobo hablaba como suena un oboe de Poitou, cadencioso y bello. Nosotros nos fijábamos en las disputas con Oswaldo Market y en atribuirle falsos nacimientos en la plaza de la Veiguiña, en Marín. Mucho más tarde, supe que había nacido en Valencia y, ahora, en esta madurez serena, he sabido que ha muerto en Madrid a los setenta y seis años aquel profesor que acababa de cumplir los cuarenta cuando nos daba clase en la Complutense. También hace unos años conocí a sus discípulos más conspicuos, José Luis Pardo y Felipe Martínez Marzoa. Mi recuerdo de Jacobo más maravilloso es cuando nos recitó este poema de Marcial en endecasílabos falecios. Aquí os lo pongo y os hablaré del poema en la próxima entrada.

XXXIV
Triginta mihi quattuorque messes
Tecum, si memini, fuere, Iuli.
Quarum dulcia mixta sunt amaris,
Sed iucunda tamen fuere plura;
Et si calculus omnis huc et illuc
5
Diversus bicolorque digeratur,
Vincet candida turba nigriorem.
Si vitare velis acerba quaedam
Et tristis animi cavere morsus,
Nulli te facias nimis sodalem:
10
Gaudebis minus et minus dolebis.

 

Treinta y cuatro meses estuve contigo,

si mal no recuerdo, Julio, amigo,

en los que lo dulce estuvo mezclado con lo amargo.

Mas con todo, fueron más los hechos felices.

Y,  si todas las piedras aquí y allí

van formando dos montoncitos,

el grupo del blanco vence al del negro.

Si quieres evitar los momentos difíciles

y precaverte de los mordiscos de un alma triste,

de ninguno te hagas amigo en exceso:

gozarás menos y menos sufrirás.

 

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