sábado, 27 de octubre de 2018

LA MONJA BILOCADA DE FRANCO


Ahora que Franco, a los cuarenta años de su muerte, vuelve a estar en los telediarios, he pensado que era el kairós (o sea, el momento oportuno) tras tratar de Mersida, su bruja particular;  de Corinto Haza, su adivino,  y del complejo de Edipo del dictador, de tratar de Ramona Llimargas Soler que nació en Vich un 24 de marzo de 1892.  De su biógrafo oficial, el  Padre Pedro Fernández Rodríguez, escojo algunos pasajes de su vida:

La gente la trataba de tonta, pues desconocían su intensa vida interior. Eran frecuentes sus éxtasis después de comulgar y se comentaba que se dormía con los ojos abiertos. Para evitar habladurías, su confesor le ordenó que se fuera a casa a hacer la acción de gracias. Ramona salía atormentada los días festivos de Misa, al comprobar la cantidad de personas que comulgaban en pecado mortal, ya que el Señor le había otorgado el Don de penetrar las conciencias.”

         Sigue el padre Fernández:

“La noche del  21 de julio de 1936, los milicianos rojos incendiaron la Catedral de Vich y los Conventos de la Merced y de los Remedios, después de saquearlos. En Agosto, es detenida por haber escondido en su casa al Obispo de Vich. Cuatro milicianos la amenazan con la muerte si no les dice dónde está el obispo en ese momento. Incluso la ofrecieron hasta dinero para que hablara. Su respuesta fue firme, con la fortaleza de una mártir: -“No vendo mi alma por cuatro dineros y no sé dónde está, pero si lo supiera tampoco os lo diría…La llevaron, de noche, al despoblado para torturarla y asesinarla, pero el jefe de las brigadas antifascistas, verdaderos asesinos de inocentes, Francisco Freixenet, reconoció que Ramona había curado hacía tiempo a su hijo de asfixia y no permitió que los milicianos la hicieran nada. Los últimos meses de guerra los pasó refugiada en la Masía de El Pujol de Calldetenas, en la plana de Vich, propiedad de los padres de Mercedes Alsina, que sería luego secretaria de la madre Ramona en la obra de Jesús Paciente. Ramona cuidó a los cinco hijos de la familia, enfermos de tifus, y curaron milagrosamente gracias a sus oraciones y desvelos.”

         Sin embargo, todavía no hemos llegado a lo más llamativo: los encuentros con Franco. Así nos lo cuenta de nuevo su biógrafo:

Igualmente tuvo frecuentes intervenciones directas con Francisco Franco. La primera vez que se apareció al Caudillo, éste muy sorprendido, se santiguó al verla y le pidió que rezara un Avemaría. Ramona le respondió: “Tres rezaré, si así lo quiere…” Una vez asegurado que la aparición venía de parte de Dios, la escuchó  con sencillez y con los brazos cruzados. Ramona le hablaba en catalán, por lo que Franco le pidió que, por favor, le hablase en castellano para mejor comprenderla, y ella respondió que no podía pues lo ignoraba. Hablándose despacio ambos se entendían a la perfección.”

         El “igualmente” viene porque sor Ramona se aparecía también a los jefes republicanos, pero éstos, no la hacían caso. Pero sigamos con estas curiosas apariciones al Caudillo:

         Una vez tardó cuarenta días en visitar a Franco, y el Caudillo estaba nervioso y preocupado. Cuando volvió Ramona a verle, le preguntó si no había venido por no estar él en Gracia de Dios. La vida cristiana de Franco es un hecho constatado. Le gustaba leer la Sagrada Escritura, rezaba cada día el Rosario en familia y asistía diariamente a Misa. Comulgaba frecuentemente y confesaba siempre antes. El Padre Leandro Gallego, conversando con la esposa de Franco, le dijo: “No comprendo una piedad tan profunda en un hombre y menos en un militar, si no es que hubo algo muy maravilloso y sobrenatural en aquellos años de guerra.” A lo que Carmen Polo le contestó: “Sí, Padre, fueron tantas que ya casi sobra la fe.”

         La extrañeza del padre Leandro Gallego también la han tenido varios historiadores y todos coinciden en que algo le debió de pasar a Franco durante la Guerra porque, en África y en Zaragoza, se le desconocía esa intensísima vida de piedad. Recordemos que, durante su estancia en Zaragoza como director de la Academia, introdujo el uso del preservativo entre los cadetes. ¿Fueron estos encuentros con sor Ramona lo que le produjeron el cambio y despertaron en él ese deseo de vida de piedad? No lo podemos saber, pero sí que podemos seguir leyendo al biógrafo de la monja:

         “Ramona aconsejaba al Caudillo. Lo animaba a que rezase el Rosario asiduamente y a que fuera al frente de batalla sin miedo, pues no le pasaría nada.”

            “Los consejos de inteligencia sobrenatural de Ramona, “La Catalana”, fueron determinantes en multitud de ocasiones, por ejemplo, para el cambio de estrategia al final de la batalla del Ebro. En la inauguración del monumento a dicha efeméride, dijo Franco: “No necesito argumentos para creer en Dios, porque he visto su protección muchas veces durante la Cruzada”.

         Llama la atención cómo en la historia de España ha sido frecuente la aparición de monjas que aconsejaban a los gobernantes y así podemos recordar a sor Patrocinio, la monja de las llagas. Sor Ramona tenía el don de la bilocación, regalo que Dios hace a sus elegidos, y eso le permitía estar en el convento de Barcelona y, al mismo tiempo, hablar con Franco.

         Su muerte tuvo lugar en un auténtico olor a santidad tal y como nos cuenta de nuevo el padre Fernández Rodríguez:

“La Madre Ramona pidió al Señor que la traspasase un cáncer que padecía una madre de familia a la que cuidaba. Aceptó el Señor y Ramona no quiso nunca ni calmantes ni anestesia. Murió el 8 de octubre de 1942, sin haber visto aprobada su Obra por la Iglesia como Instituto Religioso. Su fama de santidad se extendió enseguida.”

         Se me ocurre, con todo el respeto por sor Ramona, que podría hacerle alguna visita a Carles Puigdemont para ver si le logra poner en razón a tamaño irredento y dejarse de tantas payasadas; de paso, también se podía aparecer en el Parlamento catalán y en el Ayuntamiento de Barcelona para ver si, con el susto de ver aparecerse a una monja, se les quitaba esa obsesión por el procés que, aparte de ser totalmente anticonstitucional, es muy cargante.  Lo creo difícil, pero no hay que perder la esperanza. Desde luego, os aseguro que, si lo consiguiera, era para canonizarla el domingo que viene. ¿O no?

 

 

 



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