jueves, 11 de julio de 2019

ROMA NO PAGA A TRAIDORES


Desde hace ya muchos años, nuestros alumnos no saben nada de Viriato y, en las clases, cuando sale su nombre, las caras de sorpresa revelan que dicen la verdad. En nuestra época, el caudillo lusitano no faltaba en las lecturas colegiales al lado de la cierva blanca de Sertorio o incluso de los santos mártires Justo y Pastor que murieron en la Complutum romana. Como no podemos dedicarnos a los tres a un tiempo, vayamos con el primero. Conste que el héroe de la defensa lusitana frente a Roma era tan conocido en tiempos que hasta tiene una calle en Madrid en el barrio de Chamberí en donde vive mi gran amigo José Ángel de la Calle. No voy a entrar en detalles con estos calores que nos achicharran sobre la patria de Viriato porque no acabaríamos nunca: Serra da Estrela, Viseu, Zamora o hasta Cuenca se disputan el honor de haber sido la cuna de tan señalado héroe. Sin embargo, sí quiero entrar en cómo murió. Os cuento.

         El romano Cepión recibió en su tienda a Audax, Minuro y Ditalco que iban como embajadores de Viriato. Bien porque se lo propusieron ellos, bien porque el romano aprovechó la ocasión y los compró para que mataran a su caudillo, lo cierto es que, al volver, los tres turdetanos clavaron un puñal en el cuello a Viriato que dormía siempre con la armadura puesta. Cuando los tres traidores volvieron a Cepión para cobrar su infame dinero, éste les dijo las legendarias palabras: Roma traditoribus non praemiat, es decir, Roma no paga a traidores. Le faltó decir a Cepión “pero se aprovecha de ellos”.

         Nada voy a decir ni del romano ni de los turdetanos y sí voy a comentar brevemente cómo ya aparece en esta historia algo que , con mucho acierto, dijo el rey Amadeo de Saboya más o menos con estas palabras: “El enemigo de los españoles está en España misma”

         Tanto la traición a Viriato como las palabras del monarca italiano al que endosaron el “marrón” de cargarse con el trono de España deberían hacernos reflexionar.



        




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