martes, 3 de mayo de 2022

LA INSULINA DE LOS ISLOTES PANCREÁTICOS

 


Es de sobra conocido el hecho de que aquellos que padecen de diabetes se inyectan insulina. Lo que quizás sea menos conocido es que insulina, como puede apreciar cualquier alumno de latín, proviene de insula, -ae que, en latín, significa “isla”. ¿Qué tiene que ver una isla con la diabetes? Pues mucho.

         En el páncreas, palabra proveniente del griego y formada por dos étimos, pan (todo) y kreas (carne),  existen unas estructuras que los biólogos conocen como islotes pancreáticos o islotes de Langerhans. En latín, estos islotes son las insulae pancreaticae y qué más lógico que unas insulae produzcan insulina, con esa terminación en el sufijo –ina que es tan productivo en el mundo de la química. Obviamente se les conoce por el apellido del médico que las descubrió, Paul Langerhans,  que era alemán de Berlín y que escribió un libro titulado Beiträge zur mikroskopichen Anatomie der Bauchspeicheldrüse, es decir, Contribuciones a la anatomía microscópica del páncreas, en el que recogía sus experimentos con conejos a los que inyectaba azul de Prusia en el conducto pancreático. Bauchspeicheldrüse significa en alemán “páncreas” que ya son ganas de complicar y multiplicar los entes de manera innecesaria y es una palabra formada a su vez de tres: Bauch (vientre), Speichel (saliva o fluido) y Drüse (glándula). Sin embargo, no fue  él el  que les puso su nombre pues, aunque las descubrió, no supo para qué servían y sería el histólogo francés G. E. Laguesse el que las nombró así, en 1893,  en homenaje a su colega alemán que había fallecido cinco años antes con tan sólo cuarenta años en Funchal. Pero aún faltaban treinta años para que se conociera y aislara la insulina pues fue en 1921 cuando Banting y Best lo consiguieron y la bautizaron.

         Para que luego digan que el latín y el griego no sirven para nada.

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