martes, 3 de mayo de 2022

EL HERMOSO MITO DE FILEMÓN Y BAUCIS

 Siempre me ha parecido que  el mito ovidiano de Filemón y Baucis actúa como un conjuro sobre el miedo a la vejez del que nadie está libre y la idea de afrontarla en ese amor que transciende la muerte es un bálsamo que serena y calma la herida incurable.

         El tema de los dioses viajeros que aparece en este relato mitológico es habitual en diferentes culturas. Así, en nuestra cultura judeocristiana encontramos en la Biblia un relato muy parecido: hablamos de la visita que recibe Abraham en Génesis, XVIII, 1-10 en la que ve llegar tres hombres , les invita a pasar, les atiende y, en recompensa, la mujer de Abraham, Sara, que ya era muy anciana, se quedó embarazada y dio a luz a Isaac.

         Iconográficamente el tema de Filemón y Baucis ha sido profusamente tratado. Rubens trató el asunto en dos momentos: el primero, cuando los dioses están a la humilde mesa de los ancianos que es el cuadro que nos sirve de ilustración para nuestro romance; el segundo, cuando se produce la inundación y podemos ver a la pareja junto a los dioses. También Rembrandt toca el tema con un cuadro muy tenebrista y otros pintores como Adam Elsheimer, Johann Carl Loth o Andrea Appiani. Merece la pena destacar los cuadros de Janus Genelli, pintor danés,  en los que aparecen ambos protagonistas y les podemos ver de guardeses del templo y en el momento de su metamorfosis.

         Por mi mucho aprecio a Joseph Haydn, no puedo dejar de citar una ópera para marionetas de este compositor austriaco que, en su título original Philemon und Baucis oder Jupiters Reise auf die Erde, es decir, Filemón y Baucis o el viaje de Júpiter sobre la tierra, hace ya alusión a esa presencia de los dioses en la tierra. Por cierto y como simple curiosidad, decir que el don a los dos ancianos por parte de los dioses viajeros no consiste en que ambos mueran juntos, sino en la resurrección de un hijo inventado por el libretista, Gottlieb Konrad Pfeffel, y que no aparecía en Ovidio y, junto a él,  la de su mujer Narcisa.

         Y por hoy ya no os cuento más de Filemón y Baucis.



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