domingo, 22 de mayo de 2022

EL MINOTAURO

 


En esta entrada de blog, el tema es la soledad cuyo zarpazo todos hemos sentido alguna vez y como también siente ese Minotauro borgiano en ese maravilloso cuento que es La casa de Asterión, cuento que siempre he tenido en los bastidores de mi alma desde que lo leí en aquel viejo libro de Literatura española de 3º de BUP de don Fernando Lázaro Carreter. También Julio Cortázar en su obra de teatro Los reyes nos presenta un Minotauro humanizado contrastando con un Teseo inhumano y cruel. Por otra parte, no es raro encontrar al Minotauro en juegos de ficción, en series de dibujos animados o en juegos de rol lo que le ha llevado a ser muy conocido incluso para públicos alejados de la mitología.

El asunto mitológico arranca cuando Minos, rey de Creta, atacó Atenas porque su hijo Androgeo, después de quedar campeón en una competición olímpica en la ciudad de Atenea, fue asesinado. Su padre se dirigió contra esta ciudad que, en ese momento, sufría una terrible peste. Conquistó primero Mégara y, finalmente, Atenas. Su victoria llevaba  consigo unas condiciones que los atenienses derrotados tenían que cumplir y una de estas condiciones era que, todos los años, Atenas tenía que mandar un barco con siete efebos y siete muchachas como alimento para el Minotauro. Pasaron casi veinte años y llegó Teseo que, bien porque él mismo decidió formar parte del tributo de los atenienses al monstruo cretense, bien porque el propio Minos, sabedor del aprecio que Minos sentía por Teseo, lo eligió para formar parte de la ofrenda de ese año, se embarcó como uno más de los muchachos destinados al sacrificio. El resto ya lo sabemos: Teseo, con la ayuda del hilo de Ariadna que le permitió salir del laberinto que había construido Dédalo, mató al monstruo.

      Desde un punto de vista iconográfico, encontramos cerámica de pinturas negras en las que ya se representa la lucha de Teseo contra el Minotauro y, a partir de esas primeras expresiones, pinturas de diferentes épocas que llegan hasta nuestros días. Así, en ese recorrido por la pintura que podríamos realizar, encontramos la famosa taurocatapsia del palacio de Cnosos, frescos pompeyanos, obras de William Blake , de Dalí y, en especial, de Pablo Picasso que trató tan profusamente este tema lo cual dio lugar a una exposición en el Museo de Arte Reina Sofía entre el 25 de octubre de 2000 y el 15 de enero de 2001 en la que se recogían setenta obras que estaban vinculadas con este asunto. La mayoría eran aguafuertes reproducidos en la revista Minotaure y otros de la Suite Vollard. Picasso crea leyendas diferentes en torno al Minotauro que hemos conocido gracias a  la pintora Françoise Gilot, compañera del artista malagueño,  y así podemos decir que,  para Picasso,  los minotauros eran ricos habitantes de la costa cretense en cuyas casas, atestadas de obras de arte y de bellas mujeres,  se celebraban reuniones que terminaban a menudo en orgías. Sin embargo, los domingos,  los minotauros encontraban la muerte a manos de gladiadores griegos. El mismo Picasso  explicaba así su devoción por el monstruo de Creta en una cita que es el epígrafe al programa de esta exposición: “Si se señalaran en un mapa todos los itinerarios que he recorrido y se les uniera con una línea, quizás apareciera un Minotauro”. No es rara esta vinculación del malagueño con este mitad hombre, mitad toro si recordamos la vinculación que tiene su obra con el toro y con la tauromaquia. Para algunos críticos, en una serie de grabados aparecida entre finales de 1933 y mediados de 1934,  podríamos encontrar un antecedente directo del Guernica por el encuentro entre el Minotauro y un caballo, la ceguera del monstruo y, en especial, por la obra titulada Minotauromaquia que pongo como ilustración a esta entrada y que es un antecedente directo al ya mencionado Guernica.

      Espero que con esto os deis por satisfechos en lo que respecta al Minotauro.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario