Del
Evangelio de hoy domingo, 30 de junio, me quedo con este fragmento porque el
comentario no es religioso, sino tan sólo de realia, es decir, de elementos propios de la época en la que vivió
Nuestro Señor Jesucristo.
καὶ ἔρχεται εἷς τῶν ἀρχισυναγώγων,
ὀνόματι Ἰάϊρος, καὶ ἰδὼν αὐτὸν πίπτει πρὸς τοὺς πόδας αὐτοῦκαὶ παρακαλεῖ αὐτὸν
πολλὰ λέγων ὅτι Τὸ θυγάτριόν μου ἐσχάτως ἔχει, ἵνα ἐλθὼν ἐπιθῇς τὰς χεῖρας αὐτῇ
ἵνα σωθῇ καὶ ζήσῃ.
El texto de Marcos nos dice lo siguiente:
Y
llega un jefe de la sinagoga, por nombre Jairo y, viéndole, se postra a sus
pies y le ruega con insistencia diciéndole que tiene a su hija en las últimas para que yendo le ponga las
manos y la niña se salve y viva.
Ya he dicho que no voy a entrar en lo
teológico del texto (tampoco podría hablar de mucha teología pues poca sé), pero
os quiero hablar del nombre propio del jefe de la sinagoga: Jairo. Y os quiero
hablar porque ese nombre es griego y, por tanto, nos demuestra que la alta sociedad
judía, en la época de Jesús, estaba fuertemente helenizada y que, como dice
Werner Jaeger, el griego era la lengua habitual en las sinagogas.
Jairo viene del verbo griego χαίρω que
significa en nuestra lengua “alegrarse”. Curiosamente, la empresa de canoas y
otras actividades con base en Arriondas con la que tuve la fortuna de bajar el
Sella lleva por nombre Jaire que es el imperativo de segunda persona del singular
de este anteriormente referido verbo griego con lo que el nombre de la empresa
asturiana de aventuras quiere decir “alégrate, pásalo bien”. Desconozco por qué
bautizaron así a la empresa, pero me malicio de que quizás alguno de sus
fundadores estudió griego en el Bachillerato y, a la hora de bautizar el
negocio, algo pesó el griego. Ya veis, esas lenguas muertas que dicen los “cultos”
que no sirven para nada…