domingo, 30 de junio de 2024

LA HIJA DE JAIRO Y BAJAR POR EL SELLA EN CANOA

 


Del Evangelio de hoy domingo, 30 de junio, me quedo con este fragmento porque el comentario no es religioso, sino tan sólo de realia, es decir, de elementos propios de la época en la que vivió Nuestro Señor Jesucristo.

καὶ ἔρχεται εἷς τῶν ἀρχισυναγώγων, ὀνόματι Ἰάϊρος, καὶ ἰδὼν αὐτὸν πίπτει πρὸς τοὺς πόδας αὐτοῦκαὶ παρακαλεῖ αὐτὸν πολλὰ λέγων ὅτι Τὸ θυγάτριόν μου ἐσχάτως ἔχει, ἵνα ἐλθὼν ἐπιθῇς τὰς χεῖρας αὐτῇ ἵνα σωθῇ καὶ ζήσῃ.

 

         El texto de Marcos nos dice lo siguiente:

         Y llega un jefe de la sinagoga, por nombre Jairo y, viéndole, se postra a sus pies y le ruega con insistencia diciéndole que tiene a su hija  en las últimas para que yendo le ponga las manos  y la niña se salve y viva.

         Ya he dicho que no voy a entrar en lo teológico del texto (tampoco podría hablar de mucha teología pues poca sé), pero os quiero hablar del nombre propio del jefe de la sinagoga: Jairo. Y os quiero hablar porque ese nombre es griego y,  por tanto, nos demuestra que la alta sociedad judía, en la época de Jesús, estaba fuertemente helenizada y que, como dice Werner Jaeger, el griego era la lengua habitual en las sinagogas.

         Jairo viene del verbo griego χαίρω que significa en nuestra lengua “alegrarse”. Curiosamente, la empresa de canoas y otras actividades con base en Arriondas con la que tuve la fortuna de bajar el Sella lleva por nombre Jaire que es el imperativo de segunda persona del singular de este anteriormente referido verbo griego con lo que el nombre de la empresa asturiana de aventuras quiere decir “alégrate, pásalo bien”. Desconozco por qué bautizaron así a la empresa, pero me malicio de que quizás alguno de sus fundadores estudió griego en el Bachillerato y, a la hora de bautizar el negocio, algo pesó el griego. Ya veis, esas lenguas muertas que dicen los “cultos” que no sirven para nada…

EL DICCIONARIO DE COLL

 


He leído hace unos pocos días el Diccionario de Coll, no de César Coll ( no lo hubiera leído jamás), sino de José Luis Coll del que hay que decir algunas palabritas para las jóvenes generaciones. Este señor, pese a su apellido catalán, era de Cuenca. Su madre, una maestra republicana, lo dejó, junto con otro hermano, a los abuelos que lo criaron en la ciudad del resolí. La madre se marchó a la Argentina en donde fundaría otra familia con la que no pudo encontrarse Coll hasta después de la muerte de Franco. Coll escribió una novela, El hermano bastardo de Dios, en la que recoge muchos de estos asuntos autobiográficos. César González Ruano, un grande del periodismo en España, lo apadrinó y empezó a publicar cosas de humor en La Codorniz, mítica revista de humor española de cuando todavía quedaba humor en España. Coll se dedicó también a la interpretación y llegó a ser primer actor en la compañía de la argentina Celia Gámez que es como decir la reina de la revista en las Españas.

         Sin embargo, a los que peinamos canas, su recuerdo nos lleva a la eterna pareja formada con el valenciano Luis Sánchez Polack. Aquella pareja hicieron las delicias de los públicos de los sesenta, setenta y ochenta con su humor cáustico e inteligente (cosa desconocida en esta España de hoy en la que  la inteligencia brilla por su ausencia en el humor y en la  que el humor anda de capa caída, entre otras cosas, porque te puede llegar una denuncia en menos que canta  un gallo).

         Os he recogido algunas entradas de su diccionario para regodeo máximo y para alegraros la mañana del domingo.

ABADEHESA .f. Superiora de algunas congregaciones religiosas, especializada en cuidar tierras para pastos de ganados.

ABUBNDIENTE. Adv. Que posee dientes en cantidad copiosa, numerosa. Jugador de tenis. (Para los más jóvenes, este jugador es Manolo Santana que tenía un buen valladar en su boca)

ACAGOTAR. v.tr. Matar con herida en el cogote por golpe de excremento.

BALACIO. m. Edificio suntuoso donde se reúnen las ovejas para hablar de sus cosas.

BADAJODENSE.m. El que fornica en Badajoz suscitando la envidia de los de Cáceres.

CALABUZO. m-. Lugar donde se encierra a los que, sin permiso de la autoridad, practican la pesca submarina.

CALAMISTAD .f. Encontrar en los amigos la desgracia y el infortunio.

CATAPUTA. f. Antigua máquina militar que servía para lanzar putas contra los castillos asediados.

CULAPSO. m. Trascurso de tiempo  durante el cual el culo no ha se ha usado para nada.- Suele darse entre personas estreñidas u homosexuales poco agraciados físicamente.

GALOPAR. Pareja de franceses.

JODEAR. v. tr. Respirar con dificultad durante el ayuntamiento carnal.

PABOR. m. Temor o sobresalto que se experimenta en la parte izquierda de un navío.

 

BANDERILLA. f. Estandarte que usan los enanos en sus guerras.

 

DALÍGULA.m. Pintor  extravagante y déspota que nombró cónsul a su caballete.

         Basten con estas catorce “perlas” para comprobar el gran ingenio de Coll y para que podamos reír en esta mañana en la que ya junio se nos escapa entre lluvias y nubes grises y plomizas aunque, para decir la verdad completa, algunos claros se vean viendo por el oeste.

jueves, 27 de junio de 2024

UNOS PENSAMIENTOS VERANIEGOS SOBRE LA EDUCACIÓN POR COMPETENCIAS (y III)

 


Al ir abandonando los saberes, caminamos aceleradamente a una “sociedad de la ignorancia” y el alumno se convierte en un hombre sin cualidades intelectuales. Es más, va cogiendo competencias como el que va cogiendo productos en un hipermercado, esos templos absolutos en donde pasamos muchas tardes. Pero aún queda otro “detalle” que os paso a explicar. Los que ya peinamos alguna cana recordamos los disquetes, aquellas mínimas almacenes de memoria, y cómo para su uso había que proceder a su formateo en aquel prehistórico sistema que era el MS2. Si no mal recuerdo, metíamos el disquete, nos colocábamos en a: y lo formateábamos dando la orden “format” para trazar en él unos surcos o  líneas en donde se iban a ordenar los contenidos del disquete. Me da la sensación de que con este sistema educativo se “formatea” la mente del alumno con unas competencias que les vienen dadas desde fuera y que tienen como finalidad que el alumno “venda” estas competencias en el mercado laboral como el obrero de la Revolución Industrial vendía su “fuerza de trabajo”. Así lo que valoramos en el alumno es el “capital propio” de cada alumno en un mundo de “recursos humanos” y de “capital humano”.

         Por si queréis más pruebas de lo que digo, en el actual modelo educativo, no se dan título ni diplomas, sino certificados en los que se “da por cierto”, por parte del mercado laboral que es el auténtico fin último,  que el alumno ha adquirido esas competencias a diferencia del título y del diploma cuyo reconocimiento era social y público. Para acabar, las competencias las certifica las empresas, pero los títulos y diplomas los reconocía el estado y la sociedad que buscaba una buena formación e instrucción en saberes y no unos meros sabedores de competencias:

         Pero todavía esto es más maléfico porque el mercado neoliberal necesita cada vez más buenos pensadores, especialistas y científicos que sean capaces de generar nuevas ideas y nuevas tecnologías ( del Rey), pero también necesita unos intelectuales de low cost, unos lumpen profesionales que estén formados en algunas competencias básicas, unos empleados poco reciclables y fácilmente desechables. No es cosa nuestra esta manera de ver esta enseñanza por competencias. El filósofo francés Jean Claude Michea llama al aprendizaje por competencias la “enseñanza de la ignorancia” en la que los alumnos aprenden destrezas y habilidades, prácticas técnicas y aplicación de saberes, pero sin una necesidad de aprender y comprender estos saberes. Un profesional formado en competencias es subsidiario (del Rey) de la máquinas y de los aparatos. Son ignorantes porque aprenden conocimientos que otros han pensado por ellos, pero que no los entienden ni los comprenden: tan sólo los aplican.

         Tal y como vemos, la educación por competencias es el máximo exponente de una sociedad dividida en dos clases: los que piensan y mandan y los que consumen las ideas de los que piensan; los que son servidos y los que sirven. Si hasta ahora la educación tenía un sentido igualitario y había servido para reducir las desigualdades sociales; si la Universidad nos había servido a los hijos de los obreros, ( con esfuerzo, con constancia y con trabajo) poder llegar a los saberes que antes estaban en manos de unos pocos privilegiados por nacimiento, con el sistema de competencias se crea un sistema en que este carácter igualitario de la Universidad se pierde y queda convertida en una creadora de lumpen profesionales tal y como ya hemos dicho unas líneas más arriba. La Universidad, lejos de ser una forma de igualar a la sociedad, consolida las diferencias sociales pues crea unas educaciones distintas desde los mismos colegios y Universidades.

         La verdad, sorprende cómo ningún sindicato ni ningún partido de izquierdas ha sido capaz de ver esta situación y alarmarse por la sociedad que se está creando. Por el contrario, alaban el nuevo sistema del neoliberalismo rampante y lo venden como un logro de la “sociedad del bienestar” (¿del bienestar de quién?) Justo es reconocer que, en muchas ocasiones, lo hacen sin maldad, llevados por el “embrujo de las palabras nuevas”, terrible hechizo que deja en pañales a los de las sirenas odiseicas o la malvada Circe. Hace muchos años, cuando se implantó la LOGSE, una profesora mayor (tendría mis mismos años de ahora, pero para un joven imberbe y zangolotino ya era una vieja) decía en un curso de profesores: “Qué maravilla pasar de un INB a un IES” sin darse cuenta de que estaba firmando su propia sentencia de muerte.

                   Mucho más se podría hablar en este capítulo del error que supone la enseñanza por competencias, pero quiero acabar diciendo tan sólo una cosa que tenemos que tener clara: los conocimientos (saberes) no se explican para que sean aprendidos, sino que se explican para que sean comprendidos y, a su vez, los estudiantes en el futuro, los puedan explicar. No enseñamos conocimientos, sino que explicamos cómo pensarlos y cómo producir conocimientos nuevos. Con un sistema educativo por "competencias" aplicado en el neolítico no habríamos pasado de la piedra pulimentada.

         Bien sé que este a reflexión no va a servir de nada pues tanto el Estado como los partidos políticos han caído en los hechizos de la Circe neoliberal que necesita gentes con poco pensamiento para poder seguir sacando partido al dolor y a la miseria. Somos todos cerdos que hozamos en la pocilga de los intereses crematísticos de una sociedad empecatada desde su nacimiento. La única hierba moly, aquella que tomó Ulises de manos de Hermes para no caer en el hechizo, era la que proporcionaba la Instrucción y la Educación (con mayúsculas), pero hasta la hierba nos hemos dejado robar. Mientras una sociedad basada en una estructura de pecado (o del mal) avanza imparable, nosotros, como los pueblos que le hacían fiestas al administrador del noble que les venía a cobrar los impuestos y que se llevaba casi todo el fruto de su sudor,  le “hacemos fiestas” al capitalismo neoliberal más salvaje y obsceno para que sigan creciendo sus cuentas en los paraísos fiscales. Que Dios nos pille confesados.

 

UNOS PENSAMIENTOS VERANIEGOS SOBRE LA EDUCACIÓN POR COMPETENCIAS (II)

 


Hasta la gloriosa llegada de las “competencias” la formación en la educación se basaba en el desarrollo de las capacidades intelectuales del sujeto. Antes de las competencias, se adquirían unos conocimientos que formaban al sujeto desde un punto de vista intelectual, que miraban por lo que en el capítulo anterior llamábamos la σχολή, un tiempo “separado” para formar el espíritu: en definitiva un tiempo en que el alumno estaba libre del trabajo y podía dedicarse a lo más importante en el hombre clásico: la ψυχή o espíritu. Por supuesto que esos conocimientos no estaban orientados, ni conformados, ni tenían como finalidad sus posibles formas de uso o su empleo en el mundo laboral en sus futuros empleos o aplicaciones prácticas de estos saberes. Se buscaba el crecimiento intelectual para luego aplicar ese intelecto desarrollado a solucionar las diferentes situaciones, laborales o no, que la vida les fuera presentando. Por ejemplo, la formación matemática aspiraba a crear un sujeto con la suficiente capacidad lógica, científica o matemática que después podría (o no) aplicar en diferentes situaciones y profesiones. Cierto es que, desde siempre, había una pequeña parte de las asignaturas pensadas para su aplicación práctica, pero no era ese su fin último. La Universidad tenía como fin principal formar investigadores en los más diversos campos, pero no era un “semillero” de candidatos futuros a desempeñar diferentes funciones en la empresas.  Sin embargo, el sistema de competencias lo ha trastocado todo. Veamos  cómo.

         En primer lugar, tal y como hemos dicho antes, el conocimiento científico es teórico y crítico y desarrolla un pensamiento y sentido crítico que queda anulado en la educación por competencias. En el “antiguo régimen” formábamos personas completas, no personas para las empresas. Pero más nos vale no adelantarnos y seguir poco a poco.

         La educación tiene que estar al servicio del estudiante y también tienen que estar al servicio del estudiante (y de todos los ciudadanos) las necesidades de la economía y del mercado laboral que son, por naturaleza, cambiantes, proteicas, ese adjetivo que proviene de Proteo, ese dios del mar, para algunos hijo de Poseidón, que cambiaba continuamente de forma. Con la educación por competencias, la situación se invierte y es el estudiante el que se pone al servicio de la economía de mercado. Este estudiante tiene que ser competitivo ( de la misma raíz que “competencias”) en los mercados profesionales y del trabajo cuando la verdadera finalidad de la educación es formar seres humanos. Ahí radica lo “maléfico” (en sentido etimológico de “hacer el mal) de la educación por competencias. En este sistema que nos imponen,  se atomizan los saberes en multitud de competencias según las necesidades del mercado. Es por tanto, la educación al revés. De esta forma tan “sutil” reducimos el horizonte de lo que hay que aprender y le negamos a los alumnos el derecho de aprender mucho más de lo que tan sólo tiene que ser evaluado.

         La educación por competencias es “heteroconstructivista” (palabro de los paridores de este aborto), es decir, son otros los que construyen estas competencias, pero los apóstoles de las mismas se obstinan, por maquillar la realidad, en hablar de autoeducación, autoenseñanza, autoaprendizaje y mil zarandajas más que convierten al alumno del principal actor protagonista en  en el antogonista ( entiéndase al modo teatral) del profesor que es un facilitador cuando debería ser, en visión muy acertada de Del Rey, un “dificultador”, alguien que les descubre a los alumnos las dificultades y les pone a resolverlas teniendo en cuenta que cuanto más difíciles son los coonocimientso que el alumno comprende, más se desarrolla su inteligencia. Si se me perdona por la comparación, sería como si en una Invención de Bach, para facilitar al alumno su interpretación, acabáramos suprimiendo, por difíciles, las diferentes voces.

         Pero es que la educación por competencias no busca el desarrollo de la inteligencia del estudiante, sino la resolución de determinadas situaciones. Este es el máximo error epistemológico y educacional de este modelo educativo.

         Por si fuera poco, añadimos (con la ya citada Angelique Del Rey) que las competencias se enseñan de manera separada y se aprenden también de manera separada. Al final, no pensamos la educación desde el conocimiento, sino desde la oferta de mercado laboral. Y esto tiene un terrible peligro: los saberes son inmutables  como el ser de Parménides, pero las competencias deben variar de acuerdo con los mercados laborales y, si actuamos en puridad, estas competencias deberían revisarse y modificarse cada cierto tiempo pues, si no se hace así, dejarían de reflejar su relación con el mundo laboral que les da su razón de ser.

UNOS PENSAMIENTOS VERANIEGOS SOBRE LA EDUCACIÓN POR COMPETENCIAS (I)

 


Puesto que soy filólogo, debo de comenzar este modesto trabajo tratando sobre la palabra escuela que tan hondas resonancias tiene en nuestra lengua. Nuestra palabra escuela, generalmente en plural, las escuelas, proviene del latín schola que, por diptongación de la o breve tónica  (o >  ue) y añadidura de una vocal protética que necesitamos en castellano, - pero no en otras lenguas: schule, school. La vemos en plural porque las escuelas eran , en los pueblos, la escuela de niños y la escuela de niñas. A su  vez, la palabra latina schola proviene de la griega σχολή que significa “ocio” o “tiempo libre”. Esto es algo que mis alumnos no pueden entender pues consideran que la escuela lo es todo menos un tiempo de ocio. Según la visión del mundo actual,  lo que no es otium es negotium (nec otium), y, vistas así las cosas, puede que tengan razón mis alumnos, pero según la visión de la sociedad que nos ofreció Aristóteles, no; por una sencilla razón: porque este filósofo diferenciaba en la vida griega tres “momentos”:

 

a)    El tiempo de trabajo o ἀσχολία. Si os fijáis bien, es σχολή con una alfa privativa, es decir, el tiempo de trabajo es el tiempo de “negocio”, “del no ocio” en definitiva de lo contrario del ocio o también podríamos definirlo como  el tiempo en el que no hay ocio.

 

b)    El tiempo para el descanso del trabajo (pues no puede existir el descanso sin un previo trabajo o esfuerzo, como no hay placer más intenso que beber cuando se tiene sed o comer cuando se tiene hambre según dijo el maestro de los placeres Epicuro de Samos) y eso es algo que, en esta sociedad de otium perpetuum se nos ha olvidado) o ἀνάπαυσις. Después del trabajo que fatiga el cuerpo tiene que venir otro momento en que descanse al cuerpo.

 

c)     Pero los griegos, - y ese fue su gran hallazgo-, tenían otro momento más, la ya mencionada σχολή que dedicaban, no ya al cuerpo, sino al engrandecimiento del espíritu.

 

Así ahora entendemos por qué llamamos escuela a ese tiempo que ni es trabajo (bueno, algo sí que tiene y mucho de ocupación grave para los jóvenes pues no tienen tiempo de ascholía) ni es descanso,  pero  que es el lugar en donde engrandecemos nuestro espíritu. De ahí la importancia de la escuela que no ha sido siempre como la conocemos (ya trataremos de esto en otra entrada) y la necesidad absoluta de no dejar nunca este tiempo de engrandecimiento espiritual. Debemos seguir buscando en nuestra vidas un momento de “separación”, de “división”, de “practicar una hendidura”, de diferenciar y acotar este tiempo para nuestra alma. Este sentido de separación está muy claro en griego pues σχολή viene de σχίζω, “separar, dividir, cortar” y que de la misma raíz tenemos σχίζα que es el troco o la leña para cortar. Por tanto, el tiempo en la escuela no puede ser el mismo que el tiempo en casa o en la calle. El tiempo de la escuela es un tiempo sagrado, un tiempo que se lleva a cabo en un lugar en el que, antes de entrar, como Moisés cuando hablaba con Yavhé, deberíamos quitarnos las sandalias. De este no saber separar la escuela de la casa o de la calle vienen muchas de las desgracias de nuestra escuela actual pues el alumno se comporta “como si estuviera en su casa” y este estar en su casa es para lo malo casi siempre. Fijaos que los centros de enseñanza, en tiempos pasados, tenían una arquitectura cuidada y que buscaban lo estético, pero, poco a poco, se ha ido derivando en unos centros cortados por el mismo patrón y con más sentido práctico que estético. Como simple comentario, deciros que el autor de estas líneas estuvo destinado  en un centro prefabricado que tardaron en construir poco menos de un mes.

 

     En la escuela, debemos buscar lo que engrandece el espíritu y, en muchas ocasiones, lo que más engrandece el espíritu son las cosas “inútiles” de las que con gran acierto se ocupó Nuccio Ordine en su maravilloso libro La utilidad de lo inútil. Por tanto ese continuo “para qué sirve esto” de nuestros alumnos que no es sino un reflejo del pragmatismo de nuestra sociedad y del pragmatismo cada vez mayor que van tomando las leyes educativas pues nuestras reformas van construyendo una escuela pensada para la empresa y no se ocupan casi nada de la formación y de la instrucción, dos palabras que junto con disciplina (de discere, aprender) han sido desterradas por los modernos pedagogos a la violeta. Obrando así  desvirtuamos el fin último de la escuela al unirla al mundo del trabajo, a la ἀσχολία aristotélica que ya hemos visto que es, justamente, lo opuesto a la σχολή. Una escuela que, por lo menos in nuce, no conserve un sentido de mejora espiritual con materias “inútiles” como la filosofía, la literatura o la historia, no es una escuela, sino un lugar para adiestrar obreros-máquina como en las peores pesadillas futuristas. Tampoco podemos pensar en una Universidad “más empresarial” porque la Universidad tiene como fin último investigar y no servir de agencia de contratación y  “colocación” de los alumnos. Una Universidad para la empresa es otro triunfo más del capitalismo financiero que nos desgobierna aunque sea bajo el disfraz de partidos de izquierda.

     Sin escuela, sin ese tiempo de ocio para enriquecer el espíritu, no hay una persona completa. No lo olvidemos jamás y, sobre todo, que no lo olviden los legisladores que parecen más preocupados de adoctrinar (cada uno en sus ideas, claro) que en formar.

lunes, 24 de junio de 2024

LA PAIDEIA, JAEGER O LA IMPORTANCIA DE SER EUROPEOS

 

El concepto de paideia es fundamental para entender el mundo griego. El gran Jaeger le dedicó su celebérrima Paideia (un tochazo de casi mil páginas) al estudio de este concepto) y un librito, Cristianismo primitivo y paideia griega, al análisis de la importancia que tuvo la educación (eso, mutatis mutandis, quiere decir paideia) en el cristianismo y cómo, sin la paideia, no se hubiera producido ni la difusión ni su posterior triunfo como religión oficial de Roma ya en tiempos de nuestro paisano Teodosio. Sin embargo, esta idea fundamental de la cultura griega proviene de dos autores: Platón e Isócrates que en su Panegírico define con gran precisión la educación en Grecia y cómo el mundo griego era un resultado de la ya muy mencionada paideia. He copiado en griego el fragmento de Isócrates y lo he traducido para vosotros porque parece que le voy cogiendo gusto de nuevo a la traducción. Helo aquí:

 

τοσοῦτον δ' ἀπολέλοιπεν ἡ πόλις ἡμῶν περὶ τὸ φρονεῖν καὶ λέγειν τοὺς ἄλλους ἀνθρώπους, ὥσθ' οἱ ταύτης μαθηταὶ τῶν ἄλλων διδάσκαλοι γεγόνασι, καὶ τὸ τῶν Ἑλλήνων ὄνομα πεποίηκε μηκέτι τοῦ γένους ἀλλὰ τῆς διανοίας δοκεῖν εἶναι, καὶ μᾶλλον Ἕλληνας καλεῖσθαι τοὺς τῆς παιδεύσεως τῆς ἡμετέρας παρά τοὺς τῆς κοινῆς φύσεως μετέχοντας.

         “En tanto aventajó en la filosofía y en la oratoria, nuestra ciudad al resto de los hombres que sus discípulos se han convertido en maestros de otros y ha conseguido que el nombre de los griegos ya no parezca que es propio de la raza, sino de la inteligencia y que se les conozca como griegos más a los que participan de nuestra educación que a los que participan de una sangre común”.

Maravilloso este párrafo en donde Isócrates deja claro que no somos lo que somos por nacimiento, sino por la educación. Este texto debería hacernos pensar en lo que está ocurriendo en la actualidad con la vetérrima  Europa que, sin una cultura definida, porque nos avergonzamos de ella,  va dando bandazos y es probable que, no tardando mucho nos convirtamos en una colonia del mundo islámico. Wohin gehst du, Europa? – nos preguntamos muchos. La contestación – y que Goethe me perdone- es muy clara: ein islamischer Staat zu werden que, más o menos, podríamos  traducir como ”a convertirme en un estado islámico”. Como para muchos indocumentados lo islámico es sinónimo de “cultura liberal”, supongo que estos bobos por duplicado estarán tan contentos con estas palabras. Que los dioses nos protejan.

 

 

            

 

 

viernes, 7 de junio de 2024

EL HUMO DE ÍTACA

 

Mucho le debo a mi buen amigo Pablo Perera en descubrimientos literarios y lo último  que le debo es que  me haya descubierto a Gospodínov del que quiero tratar más despacio en una entrada o varias porque este autor búlgaro da para mucho. No sé el tiempo que hacía que no me enamoraba tanto una lectura, que no disfrutaba tanto con un libro, que no me sentía tan arrastrado por un texto hasta el punto de que he parado, al volver del trabajo,  en una sombra para seguir con esta lectura que atrapa desde la primera línea porque la prosa de este hombre es seductora, cautivadora, espléndida. Fina ironía, momentos que te aprietan el corazón y otros en los que te ves como en un espejo. Ya me he encargado más lecturas de este “descubrimiento” del que quiero leer compulsivamente todo lo que pille. Pero de eso ya trataremos más adelante. Ahora os quiero hablar de unos de los momentos más hermosos, de cuando Gospodínov habla de Odiseo en la isla de Calipso, la de los dorados bucles, y decide el de Ítaca dejar la inmortalidad y los placeres de Calipso la maga por su tierra. Podemos pensar que lo hizo por Penélope, por Telémaco, por Euriclea, pero no, todo es más sencillo y, a la vez, más profundo: quiere volver por el humo que  brota de la tierra quizás en las tardes de invierno cuando el viento del mar invitaba a sentarse al humero. Yo recuerdo, caro Pablo, que en aquella casita de Ávila a la que tú tantas veces fuiste y en la que yo moraba con mis abuelos, prendía la lumbre al caer la tarde y, subiendo por aquellas escaleras que llevaban a l Hospital Viejo, me paraba para ver el humo que salía de la chimenea y, entonces, me sentía en casa porque el humo es lo que da vida a una casa que es siempre – Gaston Bachelard dixit- la imagen de una madre. No he podido por menos que traducir para vosotros (hace tiempo que no traduzco y sólo leo en latín y en griego porque , después de mucho practicarlo, he llegado a la conclusión de que no podemos transmitir lo que el poeta está diciendo) ese pasaje maravilloso de la Odisea, ese libro que tanto gustaba a Borges del que tanto gusta a s u vez este escritor búlgaro,. Ahí os va. Que los grandes helenistas me perdonen el atrevimiento que me tomo tan sólo para que revivan aquellas tardes abulenses y, con ellas, aquellas personas que habitaban la madre-casa:

ἀλλά μοι ἀμφ᾽ Ὀδυσῆι δαΐφρονι δαίεται ἦτορ,

δυσμόρωι, ὃς δὴ δηθὰ φίλων ἄπο πήματα πάσχει

νήσωι ἐν ἀμφιρύτηι, ὅθι τ᾽ ὀμφαλός ἐστι θαλάσσης.

νῆσος δενδρήεσσα, θεὰ δ᾽ ἐν δώματα ναίει,

Ἄτλαντος θυγάτηρ ὀλοόφρονος, ὅς τε θαλάσσης

πάσης βένθεα οἶδεν, ἔχει δέ τε κίονας αὐτὸς

μακράς, αἳ γαῖάν τε καὶ οὐρανὸν ἀμφὶς ἔχουσιν.

τοῦ θυγάτηρ δύστηνον ὀδυρόμενον κατερύκει,

αἰεὶ δὲ μαλακοῖσι καὶ αἱμυλίοισι λόγοισιν

θέλγει, ὅπως Ἰθάκης ἐπιλήσεται· αὐτὰρ Ὀδυσσεύς,

ἱέμενος καὶ καπνὸν ἀποθρώισκοντα νοῆσαι

ἧς γαίης, θανέειν ἱμείρεται.

 

Vamos a ver si no he perdido facultades:

 

Pero se me parte el corazón por el hábil Odiseo,

el infeliz que ya hace mucho, lejos de los amigos,

penas padece en una isla rodeada de agua en donde

está el ombligo del mar. Isla boscosa en la que vive una diosa,

hija de Atlante, el astuto, el que del mar, al completo, todos

los abismos conoce y donde cuida de las grandes columnas

que el cielo y la tierra separan.

Su hija a este infeliz retiene que se queja

y , sin cesar, con suaves y seductoras palabras,

lo adula para que su Ítaca olvide; pero Odiseo,

deseando ver el humo que brota de la tierra, morirse quiere.

 

Espero, ex toto corde, que os haya gustado.


martes, 4 de junio de 2024

LA VIRGEN DEL CAMINO

 

         

         En Historia del Arte, como bien sabe mi buen amigo Francisco José Hernández Ovejero, hay diferentes maneras de representar a Nuestra Señora y me gustaría, con la cortedad de mis medios, explicaros algunas de ellas. Vamos con la primera de las varias que nos van a ocupar diferentes entradas.

         En la ilustración de la entrada, podéis ver una Virgen que señala al Niño como camino de salvación. Es la conocida en griego como Ὁδηγήτρια, es decir, “la que muestra el camino”. Es una representación muy habitual en el mundo cristiano y en ella encontramos a la Virgen que sostiene al Niño mientras lo señala y lo presenta como Salvador del mundo. El Niño suele tener en la mano un pergamino que representa las Sagradas Escrituras y más en concreto el pasaje del Evangelio de Juan que dice:

 

"Yo soy el camino, la verdad y la vida" (Juan 14:6-14).

Los colores en este tipo de representaciones son de gran profundidad teológica pues la Virgen suele estar envuelta en una clámide que tiene un color púrpura rojizo que se identifica con la realeza. El Niño Jesús, por su parte,  va vestido de blanco y naranja o sólo de naranja. El blanco es el color de la pureza y es el símbolo de la luz que aparece en la Transfiguración. El naranja es el símbolo del fuego del Espíritu Santo.

 

En España tenemos en León la Virgen del camino que protege el camino de los peregrinos que van a Compostela.

         En definitiva, esta imagen de la Virgen que nos señala a Jesús recoge la idea que muchos siglos más tarde recogería San Josemaría en “su Camino”:

“A Jesús se va y se viene por María”. Pues eso.