miércoles, 21 de marzo de 2018

NAPOLEÓN Y LA ABADESA DE SANTA CLARA EN TORDESILLAS


Corría la Navidad de 1808 cuando Napoleón llegó a Tordesillas. Por aquel entonces aquel hombre de pequeña estatura se había convertido en el amo de Europa y, una vez en Tordesillas, tuvo el capricho de hablar con María Manuela Rascón Sardón, abadesa de las clarisas. La madre abadesa no era una abadesa cualquiera, sino una abadesa con un poder muy semejante a un señor feudal. La entrevista tuvo lugar el día 27 de diciembre de 1808 y aquellos dos seres tan diferentes se encontraron frente a frente con una taza de chocolate o de café (no vamos a entrar en esas polémicas) de por medio. Parece ser que, lo primero que le llamó la atención a la madre abadesa fueron las muchas condecoraciones (ruido de moscas para Monsieur Pascal) que llevaba el corso y que la anciana monja se atrevió a tocar. Es posible que el francés, acostumbrado a ganar, subestimara a la monja,  pero la abadesa le ganó por goleada pues consiguió que las tropas respetaran el monasterio de as Claras y no se aposentaran en él y, además,  consiguió liberar a varios presos que habían hecho los franceses entre las partidas de guerrilleros y entre los que se encontraba un sacerdote y arcipreste, Víctor González Martín. Si además contamos con que la monja recibió cien napoleones de oro de manos del francés, podemos afirmar que la monja salió, sin duda alguna,  vencedora sobre el gran corso. Y es que Napoleón se olvidó de que esa monja era una mujer y que cuando un hombre y una mujer se ponen a hablar, antes de empezar, ya hay un claro perdedor: el hombre. ¿O es que habéis olvidado la historia de la manzana?

 



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