jueves, 26 de julio de 2018

Y, EN EL CAFÉ DEL NORTE, DOS TIROS LE PEGARON...


         Aquel hombre que estaba tomando café había nacido en Valladolid en 1911 y era ya, por aquella época, un consumado filólogo con estudios en Salamanca. Sin embargo, esa vocación por las lenguas se había producido de una manera muy curiosa: su padre, notario de profesión, se había desplazado con su familia a Elorrio y el pequeño Antonio quedó hechizado por el euskera que hablaban sus amigos. Acabaría dominando doce lenguas y escribiendo la Vida de Sócrates. El café del Norte es un café vallisoletano que está en la Plaza Mayor de Valladolid en el que, por cierto, tenía su tertulia (ya no sé si la tiene) el maestro de Langa, don José Jiménez Lozano. Para el que venga de fuera,  no creo que le llame la atención: un café de “provincias” para tertulias, para las últimas noticias de la prensa regional y para poco más. Sin embargo, hace ochenta y un años, un falangista, muy enfadado porque pensaba que sus artículos no eran recibidos ni apoyados como se merecían por el Jefe de Propaganda, entró en ese café y disparó su pistola – en aquellos tiempos recios, el llevar la pistola al cinto era lo habitual-, contra ese superior suyo que se encontraba tomando café. Los disparos le alcanzaron al jefe en las piernas y en el vientre, pero pudo salvarse. El falangista exaltado, puesto que todo quedaba en casa, nunca fue juzgado.
Si a esto le añado que fue el traductor de la entrevista entre Franco y Hitler, creo que ya tendrá claro el lector de que se trata de don Antonio Tovar al que tuve la suerte de conocer en una conferencia en la Complutense allá por 1982 cuando un servidor andaba por el COU, pero, llevado también por mi devoción a las lenguas, me acerqué para escucharlo. Los chavales de ahora hubieran hecho el viaje para ver a Luis Fonsi, pero esa es otra historia.


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