lunes, 30 de julio de 2018

EL AMOR LOCO DE CÉSAR FRANCK


Él tan sólo había sido un buen músico que había tocado el órgano durante toda su vida y había compuesto algunas obras que le encumbraban a una cima de la música que no era una gran cumbre, pero que, al menos, haría que las futuras generaciones lo escucharan. Sin embargo, desde hacía un tiempo, su mujer, Eugénie Desmousseaux,  que había sido alumna suya, lo encuentra raro. El padre de sus cuatro hijos,  - de los que, por desgracia,  tan sólo le viven dos- ,  es ya un señor maduro con sus cincuenta y seis años y que nunca ha roto un plato. Sin embargo,  se comporta de manera un tanto rara: se queda ensimismado en la mesa, se revuelve en la cama nervioso, evita mirarla a los ojos. Algo raro le pasa a su César, ese hombre maduro que ya no está para líos amorosos.

         París es una ciudad muy grande, pero también es una ciudad en la que se sabe todo. Las gentes de su entorno hablan y no paran de decir que César tiene una amante, que se ha enamorado como un colegial de una alumna; sí, de una alumna como había sido, ya muchos años atrás, la que ahora era su mujer. Pero ya sabemos que la gente habla y dice cosas que es mejor no creer…

         El día del estreno del Quinteto para piano en fa menor en el piano hay un pianista cuyo nombre es Camille y que, andando el tiempo se hará famoso por sus óperas. A una alumna de su maestro, ese César que tan de cabeza trae a su mujer, le ha pedido en matrimonio varias veces y la chica, que se llama Augusta, Augusta Holmès, para más señas, le ha dado calabazas siempre. Se sienta en el banco del piano, abre la partitura y le echa un vistazo. ¡Dios mío, nunca había tantos pianísimos y fortísimos juntos! ¿Qué le pasa al maestro César Franck, el tranquilo organista de la iglesia de Santa Clotilde,  que parece un adolescente escribiendo una carta de amor a su novia?.

         Comienza el concierto y Camille, tocando esa música apasionada va comprendiendo: César y Augusta, Augusta y César. ¿No será que Augusta lo rechaza porque ama al maestro Frank,  al padre de familia casado y serio profesor? ¿Será posible que tuviera al enemigo delante de él? Al tiempo que Camile, una mujer en el público empieza a comprender el estado de rareza de su esposo y comienza a asociar a Augusta con esa extrañeza. Ambos se dan cuenta de la pasión que rezuma el Quinteto, de la pena, de la añoranza.

         Cuando acaba el concierto Camille Saint - Säens abandona el escenario casi furibundo. ¡Vaya con el maestro Franck! ¡a sus años y enamorando a jovencitas! Y aquella mujer que se sienta entre el público jurará y cumplirá que nunca más escuchará ese maldito Quinteto en el que su “santo” esposo declaraba su amor por una alumna que podía ser su hija.

         Pues más o menos fue lo que ocurrió con el famosísimo Quinteto en fa menor de César Franck al que el gran poeta Eloy Sánchez Rosillo le dedica unos poemas magistrales de los que tan sólo os pongo el comienzo y una reflexión: ¿es justo que en el invierno de la madurez dejemos de oír los ruiseñores que cantan en los árboles?

Cuando ya no esperaba que nada perturbase
el sosiego y el orden que yo mismo elegí para mi vida,
apareciste tú, y de repente toda la paz que poco a poco
fui con paciencia conquistando apartóse de mí,
y una llama muy viva ahora me habita el alma.

Tú tal vez no comprendas lo que esto significa para un
hombre
como yo, que siempre ha estado, en realidad, tan solo,
a pesar de la fiel compañía de unos pocos amigos
y de la larga dicha conyugal que mi mujer me ha dado.
Es como si de pronto un ruiseñor cantara
en la desolación de un árbol anclado en el invierno
y sus ramas desnudas de nuevo recordasen
la gracia del verdor bajo el influjo de esta música.

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