viernes, 3 de marzo de 2023

LAS SAGAS DE GUITARRISTAS FLAMENCOS

 


Para pasar un rato, voy a contaros algo sobre las sagas flamencas de guitarristas que se me vengan a las mientes. Vamos a ir con tiento, que no con tientos, y vamos a ver hoy unas pocas y, otro día que tenga tiempo, hablamos un poco de las sagas del cante que también las hay y en abundancia:

a)    Melchor de Marchena (Marchena, 1907 – Madrid, 1980). Fue un guitarrista excepcional, padre de Enrique de Melchor, gran guitarrista como el padre, nacido como su progenitor en Marchena (1950) y fallecido en Madrid en el 2012. El padre es uno de mis guitarristas de referencia por su sensibilidad. Acompañó a los “más grandes” como puedan ser Pepe Pinto, a su mujer, La Niña de los Peines o a don Antonio Mairena. Un grande el padre y otro grande el hijo.

b)    El también grande, más que grande, enorme, el guitarrista de los alzapúas divinos, que, con sus noventa y tres años, sigue viviendo en su Jerez natal y que lleva por nombre  Manuel Morao (Jerez 1929) fue el tío de Moraíto Chico que se nos fue en el 2011, con tan sólo cincuenta y cinco años. Una pena lo del sobrino y una alegría que don Manuel siga vivo para dar lecciones de verdadero toque flamenco.

c)     Nos vamos ahora a “mi Granada” del alma para hablar de un patriarca gitano en el toque como fue el Tío José Habichuela, padre de dos excelentes guitarristas: Juan y Pepe Habichuela. El último lo recordará cualquier buen aficionado al flamenco porque fue el acompañante de Morente en ese disco legendario que dedicó el del Albaicín a don Antonio Chacón; el primero, porque no ha habido cantaor al que no haya acompañado y tan sólo pongo como ejemplo, por su muerte reciente, el nombre de Pansequito. También es padre de Antonio Carmona que,  junto con su primo José, hijo de Pepe Habichuela, fundó el grupo Ketama del que  nada voy a decir porque a mí las “fusiones” me parecen que acaban en “confusiones” y, a veces, hasta en “infusiones”.

d)   En Córdoba, encontramos Juan “El Tomate” que, si los datos no me fallan, nació en 1944 y, que yo sepa, sigue vivo aunque, como de estos músicos no se habla en los papeles y sí de la Rosalía o del “Niño de Elche”, tampoco puedo dar fe de que siga entre los vivos. Excelente guitarrista y dueño de un bar – “pa ir tirando”-  en la ciudad de los califas,  se le conoce, por desgracia, por ser el padre de las Kétchup, grupo de chicas

 ( creo que eran cuatro) que tuvieron mucha fama a principios de este siglo con una canción que conllevaba un baile cuyo nombre, que los flamencos me perdonen, era Aserejé y cuya letra, ¡vive Dios!,  era y es irreproducible. Juan El Tomate tiene un hijo, Juan Manuel Muñoz, que sigue en activo mientras que de sus hermanas (gratias Deo ago) no se volvió a saber nada.

 

e)     Metidos “en tomate”, tenemos a un guitarrista almeriense que respondía al nombre de Miguel Fernández Cortés en el siglo, pero conocido, como el cordobés que acabamos de explicar, como el Tomate o Miguel el Tomate. El Tomate se casó con una paya, Petra Castro, con la que tuvo a José Fernández Castro que fue músico militar y que tuvo a su vez a un niño que es José Fernández Torres, conocido en la religión flamenca por Tomatito, el que acompañó, sin ir más lejos a Camarón de la Isla. Pero, esperad, porque la cosa se complica. Resulta que El Tomate “viejo”, es decir, Miguel, un buen día, se marchó por tabaco y, como debían de estar los estancos cerrados en Almería, se cogió y se fue a Huelva. En Huelva encontró tabaco y a una compañera para poderlo fumar con tranquilidad con la que tuvo a Miguel Vega de la Cruz (desconozco por qué El Tomate no le dio sus apellidos y el niño recibió los apellidos de la madre, pero me malicio de que no estaban casados, sino amancebados o casados por el rito calorró y , por tanto,  El Tomate, por mucho Tomate de Almería que fuera, no pudo inscribirlo en el juzgado como hijo suyo y lo tuvo que inscribir como hijo de Ana Vega de La Cruz (que así se llamaba la compañera que encontró en Huelva cuando se quedó sin tabaco en Almería) que fue el mítico Niño Miguel, un guitarrista excepcional que contó con el apoyo de Paco de Lucía, pero que estuvo aquejado de una enfermedad mental que lo apartó muy pronto de los escenarios. Sus discos son leyenda y también su arte, pero la sangre de este descendiente de “los tomates de Almería” no debía ser de buena calidad porque falleció muy joven, con escasos sesenta y un años, por un problema de anemia. Ya sabéis, cosas de los invernaderos, ese mar de plástico que exporta hortalizas a toda Europa fuera de temporada.

En fin, ya lo dejo. Estaréis hartos de tomates y de kétchup, pero espero, sobre todo, que la entrada os haya provocado alguna sonrisa.

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