viernes, 3 de marzo de 2023

LOS MUSLOS EN LORCA

 


Perdonad que vuelva a mi monotema que es la poesía de Lorca. Francisco Umbral, gran escritor, lúcido crítico y mejor lector cuando se quitaba la máscara del personaje que llegaba a resultar algo cargante, recoge en su maravilloso libro Lorca, poeta maldito, escrito en 1968, por tanto, en plena dictadura de Franco, la obsesión de Federico por los muslos. Para los que somos aficionados al arte del granadino, no nos es difícil recordar algunos versos:

 

Tuis muslos como la tarde

van de la luz a la sombra.

 

Émbolos y muslos juegan

bajo las nubes paradas.

 

Y esa estrofa de La casada infiel:

 

Sus muslos se me escapaban

como peces sorprendidos,

la mitad llenos de lumbre,

la mitad llenos de frío.

 

         También encontramos “muslos” en doña Rosita, en Yerma, en Bernarda Alba y en toda la obra del granadino. ¿Por qué esta “obsesión” lorquiana por los muslos? ¿Acaso era “mi” Lorca como esos viejos verdes que iban al teatro Martín, en la madrileña Plaza del Carmen, para ver el muslamen de las vicetiples? Creo que Umbral da en el clavo cuando dice “los muslos, poderosas compuertas del sexo, obsesionan directamente a Lorca. Por otra parte, los muslos son materia pura, según ha dicho el gran poeta de la materia, Pablo Neruda, y Lorca bucea siempre en el limo de la existencia. Los muslos, por fin, son en cierto modo asexuados: lo más femenino del hombre, quizá, y lo menos femenino de la mujer. La ambivalencia sexual del muslo sugestiona  el pansexualismo de Lorca.”

         Creo que no se puede explicar mejor y, por tanto, dejo de escribir.

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