domingo, 30 de junio de 2019

EL CANCIONERO DE INZENGA


El otro día, hablábamos de Inzenga cuando nos referíamos a Rimsky Korsakov y su “Capricho español”. Pero ¿quién fue este músico que se dedicó a escribir este cancionero que llegó hasta las manos de Rimsky Korsakov. Pues fue un músico madrileño que nació en 1828 y que había tenido el buen gusto de marcharse a estudiar a París en donde llegó a ser maestro auxiliar de coros en la ópera Comica. De regreso a España, Inzenga estrenó zarzuelas de gran éxito. Antecesor de mi querido Luis Celada, fue profesor en la Escuela Superior de Canto de Madrid. Sin embargo, su gran obra fue ponerse a recopilar el folklore español. Estamos en pleno romanticismo- en España,  como siempre, en fecha más tardía-,  y la voz de los hermanos Grimm y otros afamado filólogos resuenan con claridad: “Hay que recoger las canciones y melodías del pueblo”; También Fernán Caballero defiende esta recolección y denuncia que “ en todos los países cultos se han apreciado y conservado no sólo los cantos, sino los cuentos, consejas, leyendas y tradiciones populares e infantiles; en todos menos en el nuestro”. Inzenga se toma muy en serio lo de recoger la tradición y crea en España el trabajo de campo, es decir, el ir por oos pueblos recogiendo canciones, romances y cuentos populares. Por este camino transitarían autores como Pedrell y fuera de España, Bela Bartok o Kodaly.   El  libro de Inzenga Cantos populares de España fue, si no me equivoco, la primera notación que se hizo en estas tierras del rico folklore con el que se deleitaba el pueblo. Famosísimo fue, dentro de  este libro el capítulo que el autor dedicó a Galicia cuyos temas aún son pieza obligada ara las agrupaciones de gaita como es el caso de la Alborada de Inzenga que fue la que escuchó ( o leyó, no vamos a entrar en polémicas porque el calor de esta mañana de junio es africano y tórrido) el marino ruso de marras. Luego ya vienen Barbieri, Felipe Pedrell, Federico Olmeda, Antonio José, Agapito Marazuela y hasta los chavales que, por los sesenta y setenta del pasado siglo, salían, “cassette en mano” a recoger el folklore y para luego, con pequeños arreglos, devolvérselo al pueblo. Sin embargo el que dio primero fue Inzenga y ya sabéis que el que da primero da dos veces. Habría que decir que esta fiebre por el folklore de los años sesenta y setenta tuvo en España a un padre que fue Joaquín Díaz, el gran etnógrafo zamorano,  que sí que había leído el cancionero de Inzenfga . Pero es que don Joaquín merece, por lo menos, una entrada aparte. Al menos por los muchos años que lo llevo escuchando.


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