lunes, 29 de junio de 2020

LOS TEXTOS GRIEGOS Y SU MARAVILLOSA AVENTURA

Veíamos el otro día la aventura de los textos latinos, pero no menor es la de los textos griegos que,  hasta la caída del Imperio Romano de Occidente, circulaban , en unos sitios más que en otros y unas obras más que otras, por escuelas y bibliotecas. Aquellos textos griegos abundaban más en el Imperio Romano de Oriente cuya lengua oficial - ¡no lo olvidemos!-, era el griego y así Constantinopla devino en la gran capital del griego.
         Aquel territorio siguió produciendo una literatura en griego que llegaría hasta la caída de Constantinopla en manos de los turcos casi mil años después. En esta loca aventura de los textos griegos,  desde el principio del Islam, los textos  fueron traducidos al árabe y al siríaco y ambas lenguas se convirtieron en un sustrato en el que vivieron cómodamente las obras griegas. En Bagdad, existió la conocida como Casa de la Sabiduría en donde se tradujeron al árabe textos de Aristóteles y de Euclides y no sólo se tradujeron, sino que se comentaron con sumo rigor y conocimiento. La Escuela de Traductores de Toledo va a ser un centro de traducción de primer orden  de Aristóteles  que del árabe lo traducían al latín.
         En los monasterios occidentales, apenas había textos griegos y los pocos que había se utilizaban para escribir sobre ellos textos en latín que solían ser eclesiásticos aunque también había algún autor latino (Cicerón sin ir más lejos) en estos palimpsestos, que es como se llamaban estos manuscritos con esta palabra griega que significa “copiar dos veces”.
         Ya en el siglo XIII, los cruzados se trajeron textos griegos de oriente y,  en ese mismo siglo,  tenemos a Avicena, un autor que dejaría una gran impronta en la filosofía, la teología y la ciencia.
         Pero aún nos quedan dos siglos para que se empiece a traducir directamente del griego a las lenguas romances. Si me lo permitís, lo dejo para otra entrada.

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