domingo, 23 de octubre de 2022

EL HEROICO COMPORTAMIENTO DE LUIS ROSALES EN LA DETENCIÓN DE LORCA

 


Hace ya bastantes años, en un programa de televisión (eran otros tiempos en los que los poetas salían en programas culturales o de entrevistas), yo vi llorar a don Luis Rosales porque todavía andaba esa idea de que “había entregado a Lorca”. Esa terrible mentira mortificaba a don Luis, un hombre bueno y que quería profundamente a su amigo Federico. Afortunadamente, con las investigaciones que se han ido haciendo, ya no hay ninguna duda de que tanto Luis como sus hermanos hicieron todo lo posible para salvar a Lorca, pero tenían por delante a ese personaje clave en toda esta historia, Ramón Ruiz Alonso, que había acompañado a Pepe Rosales a Madrid para pedir a José Antonio que le dejara entrar en Falange cobrando las mil pesetas que cobraba como diputado de la CEDA. Obviamente,  tanto José Rosales como el propio Primo de Rivera se negaron a semejante vileza y Ruiz Alonso no se lo perdonó nunca a los Rosales. Cuando tuvo el mando en Granada, se lo hizo pagar. Pero de eso ya he hablado en otra entrada sobre Ruiz Alonso. En el libro de Miguel Caballero Pérez, Las trece últimas horas de en la vida de Federico García Lorca, en la página 116, se leen estas palabras que, por si alguien aún en estos tiempos tenía dudas, dejan el asunto Rosales – Lorca en un estado de meridiana claridad. Copio.

“Este asunto (la defensa de su amigo Federico) le costaría un gran disgusto a Luis Rosales, ya que el propio jefe provincial de Falange le pediría que se quitara la camisa azul como paso previo a su detención.  Las cosas se le complicaron tanto a Luis Rosales que tendría que mandar varios oficios a distintas instancias para salvar su propia vida. Tan sólo la intervención de un destacado falangista llamado Narciso Perales lograría salvarle a cambio de una fuerte multa que pagaría su padre.”

         He subrayado en negrita lo que me parece fundamental del párrafo y se me viene a las mientes aquellas palabras de Cicerón en su De amicitia:

         Amicus certus in re incerta cernitur, es decir, que el amigo verdadero se ve en las situaciones difíciles.

         Nunca tuve dudas de la absoluta inocencia de Luis Rosales en la detención de Lorca, pero este párrafo creo que sirva de prueba irrefutable de que don Luis no fue ningún Judas. Al contrario,  fue un amicus certus que estuvo a punto de pagar con su propia vida sus denodados esfuerzos por salvar a Federico.

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