domingo, 30 de octubre de 2022

 


Hay poetas que “hacen sangre” al primer toque de florete poético y uno de estos poetas es don Pedro Soto de Rojas, poeta sacerdote o sacerdote poeta que cuidaba un carmen en su Granada del alma. Soto de Rojas, que, como todos los grandes, era muy modesto, llamó a estas maravillas “rudos sonecillos”. No quiero alargarme más y quiero dejaros con este soneto maravilloso, tan maravilloso como toda la obra de este poeta genial y granadino si no es que ambas cosas son lo mismo.

 

Si quiebras, tiempo, los peñascos duros,

si aceros comes, si metales bebes,

si firmes montes con tus fuerzas mueves

y a brazos rindes invencibles muros,

 

si los anfiteatros mal seguros

están al golpe de tus filos breves,

si Troyas das al viento en polvos leves

y Cartagos al suelo en llantos puros,

 

muda aquel pecho que a mi llanto ha sido

duro peñasco, alcanza tú la gloria

de un triunfo a los mortales prohibido,

 

goza la pompa de tan gran victoria;

pues tienes tanta fuerza y tanto olvido,

muda aquel pecho o vence mi memoria.

 

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