viernes, 10 de julio de 2020

AMOR DE PERDIÇÃO


Leyendo el Αmor de perdição de don Camilo Castelo Branco, ya sabéis los amores de Teresa y Simão que terminan como el rosario de la aurora, me venía a las mientes lo que nos decía el escritor teatral Alonso de Santos en relación a Romeo y Julieta: “si los padres, a las primeras de cambio, les dicen que están de acuerdo y les ponen un piso, la obra se termina”. Claro, si el padre de Teresa consiente en los amores de los chicos, no habría habido novela. Y, mientras leía, se me ocurrió jugar a un juego divertido: ¿qué ocurriría si Teresa y Simão se hubieran conocido en nuestros días, en esta nueva anormalidad? Y me salía esto como me podría haber salido cualquier otra cosa.
Lo primero de todo es que la influencia y opinión de los padres apenas tiene, hoy en día, relevancia. ¿Que los padres no quieren que los muchachos se casen?. No pasa nada: se cogen un piso y se convierten en pareja de hecho o de desecho. Nada de niñas al conventos “das freiras” de Monchique, nada de huidas en barco, nada de criadas de buen corazón como Mariana, nada de padres cerriles que todo lo entorpecen con memoriales de  agravios que se remontan a los antepasados. Los chicos se hubieran ido a vivir a Oporto y allí, en paz y armonía, se podrían ir a la playa y tomarse una cerveza en las orillas del Duero, allí en donde los “tripeiros” sacan sus terrazas.
                                                                Puesto que los dos eran de nobles familias portuguesas, no habría habido ningún problema. Sin embargo, ¿creéis que la pobre Mariana, la hija del herrador João Cruz, se hubiera podido casar con Simão? Lo dudo. Aunque nos hemos vuelto muy modernos, con mucha parejita de hecho, de desecho y de desechos de pareja (así decía mi buen amigo abulense José María  al que tanto he mencionado en este blog) la posibilidad de que existan matrimonios entre diferentes “castas” sigue siendo muy remota. ¿Alguno ve a Tamara Falcó casada con un albañil? Yo,  la verdad, no.



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