sábado, 25 de julio de 2020

LEO CALDAS O LA NOVELA NEGRA DE DOMINGO VILLAR


He descubierto este verano la novela negra de Domingo Villar, un autor vigués que escribe en gallego unas novelas en las que su protagonista, el inspector Leo Caldas, tiene un ratito para tomarse una tapa de pulpo en una taberna viguesa, para beberse un vasito de viño da colleita de seu pai o para, simplemente, oler las madreselvas. Caldas tiene por compañero a un maño de Zaragoza que no acaba de entender muy bien el carácter de los gallegos. El pobre Rafa Estévez no entiende ese manera de actuar tan poco directa y él, tan aragonés, tan amante de ir al grano directamente, se pone de los nervios. Pero la verdad es que ambos forman una pareja maravillosa en la que Rafa tiene además que conducir porque Leo Caldas no conduce y, cuando va a ver a su padre por las tierras del sur de Galicia, se coge el hombre el coche de línea. Sereno, tranquilo, con mucha retranca, Leo Caldas tiene inspiraciones fantásticas mientras se toma un blanco o mientras le ayuda a su padre a trabajar en los viñedos. Caldas además anda discutido o, al menos, con una mala relación con su pareja y el programa de radio que hace le cansa un poco porque las preguntas son, casi siempre, temas de multas o de perros que ladran y así, el “patrullero de las ondas” – así se llama el programa-,  no se puede “lucir”. Y además, por si fuera poco, el director del programa, en le tiempo que media entre una pregunta y la respuesta del inspector, le ha dado por ponerle a Caldas la música de Walking the dog de George Gershwin que le acaba de rematar los nervios al coitado policía.  Villar tiene – esperemos que escriba más-, tres libros fantásticos: A Praia dos afogados, Ollos de auga y O último barco. Leo Caldas fuma, es tímido, le gusta contemplar el mar y, para remate, como hemos dicho unas líneas más arriba, colabora en un programa de radio. No es el policía que estaríamos esperando, pero ésa es su gracia.  

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