lunes, 16 de marzo de 2020

LAS AYAS CLÁSICAS EN LORCA


Aunque creo nunca le he dedicado una entrada, tengo por Lorca verdadera devoción tanto por su poesía como por su teatro. En parte, tiene la culpa el que Alfredo Peña Santamaría, Chacho, en COU, montó Mariana Pineda y, desde ese momento,  sentí una pasión por el teatro lorquiano que, a día de hoy, no se ha rebajado un ápice.

         Lector ávido de ese teatro, siempre me han llamado la atención las ayas de las que la Poncia de La casa de Bernarda Alba es un buen ejemplo. Si cogemos el teatro de Eurípides – la Medea, sin ir más lejos- vemos la fuerza que tiene el personaje de la nodriza o aya. Es la mujer del pueblo que aconseja a su señora a la que ha visto nacer y ha amamantado; es la mujer sabia que recoge una sabiduría de siglos; es la mujer que “ve” las desgracias y le avisa a su ama, ciega por la pasión o por el despecho. No es nuevo esto que estoy diciendo, ya lo sé, pero el aya de Lorca bebe directamente de estas obras del teatro griego clásico.

         Sin embargo, se nos plantea una duda: ¿Bebió Lorca directamente de las fuentes griegas? Los expertos en su teatro dicen que no, que Lorca no leía en griego y que conoció estas obras sublimes en traducciones bien al castellano, bien al francés. Pero, para el caso, es lo mismo: Lorca, como un servidor, se enamoró del teatro griego y, sin las tragedias griegas, no se podrían entender ni probablemente hubieran llegado a existir  grandes obras lorquianas. No es que quiere arrimar el ascua a mi sardina, pero ¡qué difícil es entender nuestra cultura sin los griegos! Es más, no diría difícil, sino que es imposible. Esto que lo ve un alumno de Cultura Clásica de 2º de la ESO no lo ven algunos políticos. Quizás es que deberían volver a la escuela.



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