lunes, 16 de marzo de 2020

TANNHÄUSER Y EL CORONAVIRUS


En esta situación de alarma nacional que nos ha traído el coronavirus o COVID – 19 que, por lo mucho que se habla de él - y con razón-,  y por lo mucho que está cambiando nuestras vidas, debería llamarse “coñazovirus”, no hay nada mejor, para sufrir esta cuarentena domiciliaria,  que regresar a Wagner y a su música. Me he puesto pues a reescuchar el Tannhäuser y, después de la Suite Orquestal de Pedro Halfter sobre esta obra de Wagner que escuchamos el mes pasado en el Miguel Delibes y en la que se destacaba ese pastor que encuentra el vate tras salir del Venusberg, quiero parar mientes en esta curiosa figura.

         Acaba de salir Tannhäuser del Venusberg cuando se encuentra en un valle hermosísimo. Se oyen las esquilas y, de pronto se oye una zampoña que toca un pastor el cual  dice haber visto a la señora Holda, diosa de la que hablaremos en otra entrada más en detalle, y que, tras esa visión, cayó en un dulce sueño y que,  al despertar, comprobó que mayo había llegado (der Mai ist da, der liebe Mai). Se oyen las voces de los viejos peregrinos que van a Roma para recibir el perdón del papa y el pastor les desea un feliz viaje a Roma ( Glück auf! Glück auf nach Rom! Betet für meine arme Seele!)

Los peregrinos entonan su canto:

Ach,

schwer drückt mich der Sünden Last,

kann länger sie nicht mehr ertragen;

drum will ich auch nicht Ruh' noch Rast,

und wähle gern mir Müh und Plagen.

Am hohen Fest der Gnad' und Huld

in Demut sühn' ich meine Schuld;

gesegnet, wer im Glauben treu:

er wird erlöst durch Buß' und Reu.

 

 

¡Ah!

Cae sobre mí el peso de mis pecados;

¡ya no puedo soportarlo más!

No busco ya el descanso ni la paz;

escojo el dolor y la penitencia.

Me salvaré por la Gracia del Altísimo

¡Bendito aquél que es firme en la fe,

pues será redimido de sus pecados

con su arrepentimiento!

 

 

 

 

Este canto de los viejos peregrinos, saludado con entusiasmo por el joven pastor,    le hace tomar conciencia a Tannhäuser de su estado y el poeta cae de rodillas diciendo las mismas palabras que los peregrinos:

Ach,

schwer drückt mich der Sünden Last,

kann länger sie nicht mehr ertragen;

drum will ich auch nicht Ruh' noch Rast

und wähle gern mir Müh' und Plagen.

 

¡Ah!

Cae sobre mí el peso de mis pecados;

¡ya no puedo soportarlo más!

No busco ya el descanso ni la paz;

escojo el dolor y la penitencia.

 

            Tannhäuser toma en ese momento la decision de ir a Roma y pedir perdón a Dios por sus pecados en el Venusberg. Los wagnerianos saben lo que ocurrió después y hace un par de años publiqué una entrada de blog en la que se trataba del perdón de Tannhauser. A ella os remito.

 



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