lunes, 25 de agosto de 2025

AYGUAL DE IZCO, SAN TELMO Y UNES SARDINETES AMB LLAGOSTINS A LA PLAÇA DEL MERCAT DE VINARÒS

 


 

El viajero, que ya ha hablado antes sobre el mercat de Vinaròs y que no se va a repetir porque es algo feo y poco literario, se fija en unos azulejos que cubren la cúpula lo que fue iglesia de San Telmo, un santo muy marinero pero que nació en la villa palentina de Frómista . Si alguien quiere saber por qué San Telmo se ha quedado vinculado con el mar, el viajero tiene una entrada en su blog sobre cómo el de Frómista se puso a predicar a los pescadores de Galicia y Asturias que lo convirtieron en su santo patrón. Cosas de la Edad Media. Al viajero, volviendo a la placeta del mercat,  le llama poderosamente la atención que lo que fuera iglesia sea ahora el auditorio municipal, y más que lleve el nombre de Wenceslao Ayguals de Izco, un autor que no recuerda de sus libros de texto del colegio, sino de su presencia en los libros de sus muy queridas clases de Diver en la muy noble villa de Olmedo. Siempre se ha maliciado el viajero de que este autor ha accedido no hace muchos años a los planes de estudio y, no sabe bien por qué, lo hacía nacido en Canarias. Hasta que lo redescubre en esta plaza tan mediterránea en donde se está tomando el café de mig matí a l’ òmbre de les palmeres dolças.  El viajero no sabe si se dice así en valenciano y menos en el valenciano que se habla en la zona del Maestrazgo que mucho tiene que ver con el catalán del sur de Tarragona y, como no quiere líos lingüísticos, lo pone en el poco catalán que sabe y así lo escribe en su libreta. Por andar enredando, pues enredador es de nacencia, le pregunta a un señor mayor que le dice que, al valencià, se diu a mitjan matí y que la comida que nosotros llamamos almuerzo, propia de las gentes del campo, en valencià es esmorzar. En fin, pelillos al Mediterráneo. A lo que íbamos, se dice el viajero que ve que va a usar toda su libreta con estos líos de valenciano, catalán y castellano y horro de prejuicios lingüísticos sigue escribiendo:  Resulta que el tal Ayguals de Izco era vinarocense ( en valenciano, vinarossenc), llegó a ser alcalde y además fue escritor. Antes, a  los gobernadores civiles (como es el caso de Campoamor) les daba el tiempo para escribir y, por lo que se ve, a los alcaldes, también.  El caso es que el tal Ayguals es el creador del folletín en España y que en sus títulos hay un marcado anticlericalismo y compromiso social. Es decir, como don Marcial Lafuente, pero más en culto. Don Wenceslao (Wenceslau en valencià) escribió novelas que tuvieron una enorme difusión en su época como Bellaflor o el niño de la inclusa (Fotre, quin titol!); Los pobres de Madrid; El palacio de los crímenes ( Don Wences se supera en sus títulos) o Pobres y ricos también llamada La bruja de Madrid. Tiene también una novela histórica, Ernestina, que trata sobre la invasión de Sicilia en 1194 por Enrique de Suavia (Mana collons!) y ¡cómo no! otra sobre el general Cabrera llamada (como no podía ser menos) El tigre del Maestrazgo. Como curiosidad, el viajero lee en un folleto que le proporcionan en el auditorio que esta novela irritó tanto a los carlistas que uno de los suyos escribió como refutación esta novela de título tan largo que fatiga antes de empezar su lectura: El vengador y la sombra de Cabrera: refutación del Tigre del Maestrazgo ó sea De grumete a general, historia-novela de D. Wenceslao Ayguals de Izco (Madrid, 1849). (sic). Como filólogo clásico que soy, me sorprende que Ayguals también escribiera una tragedia clásica, El primer crimen de Nerón; sin embargo, no es menos sorprendente que escribiera también un drama titulado Los negros y, por si fuera poco, un poema filosófico: El derecho y la fuerza.

         Le sorprende poderosamente al viajero cuánto les daba de sí el tiempo a los decimonónicos. En este siglo malaventurado no da más que para ir de casa al trabajo y del trabajo a casa. Galdós, su amado don Benito, que se escribió lo que se escribió, iba a la tertulia en el café y además tenía amante doble pues pasaba el rato con doña Emilia Pardo Bazán y con alguna otra de más bajo “escalafón” cuando la condesa se iba a su pazo de Meirás. También tradujo y hasta escribió un diccionario biográfico e histórico. En fin, una maravilla el tal don Wenceslao.

         Sinceramente, lo que más me gusta de esta historia al veredero es que un carlista se dedicara a refutarle a Ayguals porque, lo que es a día de hoy, ni refutas ni te refutan porque no te lee ni el Titi de Cádiz en la calle Plocia.

         Un poco cansado ya de tanta refutatio, se coge de nuevo la libreta y apunta el viajero  que se metió al mercat y que es va menjar uns llagostin de Vinaròs. Para mí, que transcribo lo que escribe el veredero,  que esta frase está escrita en catalán, pero tal y como lo leo, lo copio. Dice el viajero también que el señor de antes le dice que en valenciano se dice es menjarà uns llagonstins de Vinaròs. El veredero se cansa y, aunque sea una grosería, piensa para sus adentros:

A prendre per cul tant d'embolic de llengües.

I no li ix dels collons saber si està en català o en valencià.

Un servidor lo copia tal cual y así lo deja que nadie es para enmendarle la plana al viajero, veredero o comandadero de cura.

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